El atletismo popular ha cambiado mucho en los últimos años.
Ha cambiado tanto que hasta tiene una nueva denominación, “running”, importada del mundo anglosajón, donde esta fiebre ya llevaba años convirtiéndose en una auténtica epidemia. Amigos que hace años nos freían a chascarrillos por nuestra extraña afición a una actividad que solo se hacía en el colegio (y por obligación), ahora están tan enganchados como nosotros. Y no hay que ser puristas, esto es estupendo, se mire por donde se mire.

Como muy bien señalaba Luis Blanco en esta misma página, son muchos los factores que han influido en esto: apenas se necesita material específico, se puede practicar en casi cualquier lugar, se hace un hueco incluso en las agendas más apretadas, es una actividad socializadora, al acabar te sientes bien física y mentalmente… ¿quién lo iba a pensar, con lo aburrido que parece viéndolo desde fuera?

Aunque resulte paradójico, uno de los mayores problemas que se encuentra la gente que empieza a correr es la saturación de información, en parte por ser un fenómeno social, y en parte por estar en plena era de internet. Para comprarte unas zapatillas necesitas saber si eres pronador o supinador, para seguir un plan de entrenamiento tienes que aprender qué son las series o el “fartlek”, quieres mejorar tu alimentación y acabas leyendo un artículo sobre los carbohidratos de absorción lenta, para apuntarte a una carrera tienes que elegir entre cuatro o cinco que hay cada domingo en esta inmensa ciudad, para medir tu progreso necesitas aprender a calcular ritmos en función de distancias y tiempos… menudo estrés.

Pero no, así empezamos mal. Es como si en tu primera clase de conducir te meten en la M-30 a las nueve de la mañana. Como casi todo en esta vida, requiere un proceso de adaptación física y mental, y ese camino hay que saber disfrutarlo. Aún no necesitas seguir un programa de entrenamiento complejo, ni comprarte las mismas zapatillas que los profesionales, ni obsesionarte mirando el cronómetro. Si llevas sin correr desde hace diez o veinte años, ¿qué prisa tienes ahora por intentar recuperar todo en unos meses? Tienes mucho tiempo por delante, y más ahora que practicas una actividad que probablemente te hará vivir más, y sobre todo, mejor.

Diana Martín decía en su entrevista que correr es de valientes, que requiere fuerza de voluntad y disciplina. Esas dos premisas son básicas si queremos que nuestra afición por correr perdure en el tiempo, y no perdamos la ilusión. Pero la fuerza de voluntad no se demuestra corriendo de manera agónica cuarenta minutos el primer día, y sufriendo a la mañana siguiente agujetas hasta en las cejas. Ni la disciplina se forja apuntándose a un maratón tres meses después de trotar por primera vez en años. Como decía antes, esto es un proceso, un proceso muy enriquecedor en todos los sentidos.

Miguel del Pozo, entrenador y corredor popular,
 en la pasada edición de la Carrera del Taller.

Los primeros días que sales a correr, una buena estrategia es volver a casa quedándote con ganas, estar en la ducha y pensar que podrías haber corrido más rato o más rápido. De este  modo evitas “quemarte” mentalmente, y ayudas a tu cuerpo en el proceso de adaptación.

Llevas muchos años sin correr, no lo olvides. Seguro que has escuchado muchas veces eso de que “correr es malo para las rodillas”… estoy seguro de que esa frase la acuñó algún impaciente que no quiso pasar ese proceso de adaptación, porque somos humanos, no máquinas.

Otra buena forma de empezar es alternar ratos de correr con otros de andar, en bloques de cinco minutos, por ejemplo, y con el paso de los días o semanas ir alargando la fase de carrera.

Hacer esto no es algo humillante, por mucho que veas en el parque a gente de la edad de tus padres que es capaz de aguantar corriendo una hora sin problemas. El simple hecho de haber salido el primer día a trotar ya te hace superar a tu verdadero rival: tu “yo” de ayer.

Correr es una actividad muy agradecida, y el entrenamiento acumulado va compensando en cierto modo las limitaciones de la edad. Os sorprendería saber cuántos de los “canosos” que veis en los primeros puestos de las carreras populares empezaron a correr con la crisis de los treinta… o de los cuarenta. Probablemente, ellos el primer día que salieron también estaban con la lengua fuera a los cinco minutos de empezar.

La Carrera del Taller, en mi opinión, cumple todos los requisitos para presumir de ser una “carrera popular de verdad”. Por su forma de promocionarse, por el precio de inscripción, por las dos opciones del recorrido, y por el lugar en el que se realiza. El Parque Juan Carlos I es, probablemente, el mejor de Madrid para reunir a una gran cantidad de participantes sin tener sensación de masificación. La zona de salida es muy amplia, el trazado es ancho y regular, la visibilidad es buena, el acceso en coche o transporte público es cómodo… y el hecho de que no se corte el tráfico permite que los corredores que quieran tomárselo con calma (incluso andando, si es necesario) no se vean achuchados por la ambulancia, el coche-escoba, y una legión de conductores pitando a la espera de que se reabra el tráfico, como ocurre en las carreras con recorrido urbano.

Eso sí, sinceridad ante todo: el viento en algunas zonas suele soplar con ganas. Y no es un parque llano, precisamente. ¿Pero qué hay de malo en ello? Hay una obsesión por “allanar” la altimetría de todas las carreras, con el único objetivo de facilitar la consecución de buenas marcas de las que luego presumir. Correr con desniveles es más ameno, y se trabaja la musculatura de un modo más variado. Los madrileños no tenemos playa, sí, pero… ¿y lo que darían los corredores de muchas ciudades costeras por tener la Casa de Campo o el Juan Carlos I para poder hacer entrenamientos completos?

He participado en dos ediciones de esta carrera, y este año espero poder repetir. Al acabar la edición del año pasado escribí a los organizadores un correo electrónico con alguna pequeña sugerencia, y después del intercambio de algunos mensajes, me comentaron que les gustaría tener la colaboración de un corredor popular para la siguiente edición. Reconozco que pensé que era un “brindis al Sol”, pero… no, un año después, contactaron conmigo como me habían dicho. Creedme, los que me conocen saben que soy muy crítico, quizá a veces en exceso, pero en este caso me cuesta decir algo que no sean buenas palabras.

Nos vemos en la salida el próximo 9 de marzo. Si algún lector quiere intercambiar impresiones o cree que le puedo ayudar en algo y quiere contactar conmigo, mi correo electrónico es miguel.dpa@gmail.com

Miguel del Pozo es Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, corredor popular del Club Atletismo Suanzes, entrenador de la escuela de atletismo de Palomeras, y empleado de Bosch.